martes, 28 de octubre de 2008

Domingo en Coney Island


El domingo rodamos un ejercicio de clase en Coney Island. Dije que sí porque el director es mi amigo, pero, sobre todo, porque así tenía una excusa para salir del entorno de la calle 112. El sábado llovió todo el día. Lo vi desde las ventanas de la biblioteca, mientras escribía y estrenaba mi ordenador. El domingo el cielo estaba limpio y azul. Nos pasamos todo el día en la playa, al sol.

Coney Island está al sur de Brooklyn y tiene un parque de atracciones que empezaron a construir a finales del s. XIX. Me sorprendió mucho un puesto que había. Se llamaba "Shoot the Freak". Estaba cerrado, pero en verano contratan a un señor feo al que la gente le dispara con pelotas de paintball. Lo que quiero decir es que es bastante decadente, pero muy auténtico. Y como todo lo que es auténtico, lo van a desmontar para construir edificios mirando al mar. He leído que durante años ha habido gente intentando salvar Coney Island, pero han ganado los malos otra vez.

La película que hicimos el domingo va de una mujer que no consigue olvidar a su marido, que ha muerto. Está en la playa con una urna con las cenizas, pero es incapaz de tirarlas. Él vuelve a buscarla, porque quiere que ella le olvide y sea libre otra vez. Y ella termina aceptando. Era muy simple, porque, al fin y al cabo, era sólo un ejercicio de clase. Hoy la hemos visto y me ha emocionado. Qué difícil es dejar que alguien se vaya, qué difícil olvidar, qué tarde se cierran las heridas...

(el dibujo arriba es de Tim Zeltner)

viernes, 24 de octubre de 2008

Un ordenador nuevo

Vamos a romper todos los hielos del mundo. También el de usar este ordenador nuevo para escribir cosas. Un post da menos miedo que una historia, pero me sirve para calentar.

Hoy he visto dos cortos muy buenos. Uno se llamaba Are you the favourite person of anybody? y solo trataba de un señor que le hacía esta pregunta a tres personas, en la misma calle. Me ha dejado pensativa. ¿Seré la persona favorita de alguien? ¿Tengo una sola persona favorita? Hala, qué difícil, ¿no? Creo que no tengo una sola, pero sí un puñadito de personas que se van turnando en el número uno.

El otro se llamaba The Big Empty. Iba de una chica que iba a miles de ginecólogos porque le duele el útero. Y lo que le pasa es que está vacía por dentro, y sólo tiene nieve. Y no le pueden curar, pero a ella no le importa. Lo que quiere es que le deje de doler. La llevan a un programa de la tele y conoce a un chico. Se sabe que ese es "el chico" porque es la única persona que le pregunta si le duele. Y entonces ya sabes que le va a dejar de doler. Aunque no os creais que es una historia de amor fácil. Pero no cuento nada más.

Por cierto, hace frío. Y los árboles se están poniendo cada vez más rojos y amarillos.

martes, 21 de octubre de 2008

La cesta de la compra

Me encanta el supermercado de al lado de mi casa, porque siempre esta abierto y tiene la fruta en la calle tambien de madrugada. Me encanta el que esta un poco mas lejos, porque te prestan un abrigo para entrar a la sala donde estan la carne, el queso y los yogures. Me encanta el mercado organico que ponen los jueves y los domingos, porque venden unos muffins gigantes se llaman "muffins sanos" y ni me planteo si engordaran o no, porque son necesarios para mi salud. O el de justo enfrente de la universidad, que si pagas con tarjeta puedes pedir que te den dinero en efectivo y lo carguen a tu tarjeta. Por fin ese suenno de la infancia: comprar dinero!

Ayer me escribio Elena y me conto que la comida se le pone mala en la nevera desde que vive sola. Me acorde de mi misma hace un anno. De la ultima vez que fui a la compra con Belen, de que ella estaba rara, y de que nunca me comi el pure de patatas, ni el bacalao, ni las espinacas con crema. Todas esas cosas se quedaron alli desde que ella se fue un par de dias despues. Y que mi vida estaba tan desordenada que nunca volvi a hacer la compra. Porque las paellas solo las hacen para dos, y no se calcular la compra para uno y se me llenaba todo de moho. En todo el anno, solo fui a la compra cuando alguien venia a casa a cenar.

El supermercado, todos los supermercados, estaba lleno de recuerdos. Y solo me he dado cuenta cuando he llegado a estos, que me son poco familiares y que han entrado en mi historia de pronto, vacios de otras historias. Ahora no tengo vida, todo esta por construir. Tengo mucho tiempo para repasar lo que me ha pasado hasta ahora. Y me encanta mirarlo desde los supermercados abiertos todo el dia, desde los supermercados que venden dinero, con un abrigo comunitario y comiendome el muffin gigante mas sano de la tierra. Pero os echo de menos.

martes, 7 de octubre de 2008

Querida hermana, no he cumplido mi promesa...


Una de las cosas que echo de menos es tener una casa. Un hogar. Un salón, un sofá, una tele, un abrazo. Los olores de la cocina. El ruido. La lavadora dentro de casa. La ventana y los árboles, la portera cotilla, las obras eternas en mi calle. Ir andando hasta Colón, o hasta Sol, o hasta Lavapiés. Los ojos cómplices que me esperaban en los bares. No volver a dormir a casa porque total es muy tarde y vamos a ver esta película que te ha prestado Luisa, o está lloviendo y me encanta esta habitación sin puertas y el suelo de madera. Que sean las ocho de la tarde a la vez aquí y allí.
Hace frío y me abrazo a la ropa. Me imagino que hace frío también en Madrid. Me imagino que un día tendré una casa otra vez. Y que con el tiempo, también aquí habrá ojos que me miren y me vean. Sin tener que explicar tantas cosas.

PD. Hoy hubo un día del trasto en mi calle y ahora tengo un sillón en mi habitación.

domingo, 5 de octubre de 2008

Googlegangers

He leído un artículo muy bueno que mi amiga Claire escribió en The Guardian, sobre todas esas personas que se llaman como tú y que aparecen cuando te buscas a ti mismo en Google.

Domingo por la noche. Debería acostarme. Pero antes no he podido evitar googlearme. Aproximadamente 80.300 entradas con mi nombre. Claro que no me he encontrado conmigo. Sino con una cantante de salsa, una periodista premiada, una doctora en filosofía...

Me pregunto si debería cambiar de nombre. Parece más fácil que hacer algo extremadamente excepcional que me coloque la primera en las 80.300 páginas en las que hay una Carmen Jiménez. Si es que estoy en alguna, porque no he tenido paciencia para revisarlas todas...

Por cierto, hace frío y creo que vamos a cerrar la taberna ilegal que habíamos abierto aquí: